LA COLECCIÓN DE MEDALLAS
Es bastante común que todos tengamos o hayamos tenido alguna vez en nuestro poder, medallas. Durante mucho tiempo, se estudiaban dentro de la denominación genérica de numismática junto a las monedas, pero si bien monedas y medallas tienen ciertas características en común, son por su origen, diferentes. Las monedas sirven para el intercambio de cosas y servicios, tienen valor legal y curso forzoso. Las medallas no poseen valor circulatorio, son generalmente fabricadas por particulares que la emiten libremente en tamaños, formas, pesos y metales que no están sujetos a norma alguna. Prima en ellas un interés artístico, histórico y conmemorativo que no se encuentra generalmente en las monedas.
Son válidas para el coleccionista de medallas todas las definiciones que hemos dado al tratar de las monedas, referentes a su estado de conservación, sus partes (anverso, reverso, canto, módulo, gráfila, reborde, fecha, etc.), pero la mayoría consignan a menudo el nombre o iniciales del artista que la ideó, del grabador que la buriló o de la casa acuñadora, detalles que pocas veces se ven en las monedas. Tampoco muestran valor impreso alguno de cambio. Cuando no son redondas (cuadradas, rectangulares, etc.) se denominan plaquetas.
En nuestro país, dado la gran cantidad de medallas emitidas por los más dispares acontecimientos del gobierno y los particulares, es muy difícil tener una idea aproximada de todo lo acuñado. Por esta razón, no se disponen de catálogos comerciales que sirvan de guía, donde los coleccionistas puedan encontrar los diferentes tipos de medallas, sus metales, cantidades acuñadas y precios de plaza. El valor de una medalla es casi siempre circunstancial y depende de diversos factores fluctuantes.
Así, por ejemplo, si alguien es admirador de Manuel Belgrano, coleccionará todas las piezas que pueda reunir referidas a este prócer y les dará un valor afectivo que no poseen para otros coleccionistas a los cuales este tema les es indiferente.
COMO CLASIFICAR MEDALLAS
Dentro del enorme número de piezas que existen, podemos catalogarlas de acuerdo a diferentes criterios. Los más difundidos y prácticos son:
Ordenamiento temático: es la forma tradicional de clasificar las medallas, lo que permite obtener una vasta cantidad de temas, los cuales a su vez admiten subdivisiones. Se puede ordenar en: religiosas, deportivas, ferrocarriles, próceres, bancos, colectividades, premios, fuerzas armadas, medicina, etc.
Ordenamiento cronológico y geográfico: sería imposible en nuestro país realizar un ordenamiento cronológico de medallas, dado la gran cantidad de piezas y temas que se superpondrían. Pero el ordenamiento cronológico (o sea por fechas) es válido para catalogar subconjuntos de medallas y hay temas que permiten hacerlo con cierta facilidad. Es cuando el coleccionista, pone a su conjunto una limitación geográfica. Es normal que una persona nacida en San Nicolás de los Arroyos, o en Tandil o en San Isidro, coleccione las medallas de su ciudad o pueblo natal. En tal caso su catalogación será realizada la mayoría de las veces, en forma cronológica. Para grandes ciudades, caso de Buenos Aires, Rosario o Córdoba, una catalogación general no puede ser sino temática.
Ordenamiento artístico: se hace sin tener en cuenta el tema de la medalla y sólo se valora la belleza, el trabajo o la forma del artista que la ideó. El coleccionar medallas por artistas permite seguir la evolución del arte a través del tiempo. En nuestro país existe gran interés en las medallas de Luis Aquino, Carlos de la Carcova, Agustín Riganelli, Alfredo Bifatti, Rogelio Yrutia, etc. y también en precursores de la medallística como Pablo Cataldi, Rosario Grande o Santiago Caccia.
Ordenamiento múltiple: se trata de medallas que admiten su inclusión en diferentes temas y su ubicación dentro de los medalleros varía de coleccionista a coleccionista. Para citar un caso: la medalla de inauguración de la estatua del Dr. Vélez Sarsfield en Córdoba. Esta pieza puede clasificarse temáticamente dentro de: monumentos, derecho y personajes históricos, geográficamente, en medallas de la ciudad de Córdoba, y artísticamente por el nombre del grabador que la firmó.
La medallística combinada con otras ciencias auxiliares, puede brindar al coleccionista íntimas satisfacciones y permitirle realizar aportes y descubrir datos históricos de importancia, siendo testimonio muchas veces de acontecimientos de los cuales no ha sobrevivido ningún otro documento. La colección de medallas se forma generalmente por placer y es siempre reflejo de la personalidad del coleccionista que la formó y por ello no debe esperarse ganar dinero con ella.
no colecciono medallas, pero me gustó este post! 😉