El Gabinete de Medallas (Cabinet des Médailles) de la Biblioteca Nacional de Francia alberga una de las colecciones de monedas antiguas más grandes y destacadas del mundo con más de 225.000 piezas. Esta colección sería hoy día todavía mucho más importante si no hubiera sido víctima, el 5 de noviembre de 1831, de uno de los mayores y más trágicos robos padecidos por un museo en la historia.
Tesoros perdidos para siempre
Dos ladrones aprovecharon la oscuridad de una fría noche de noviembre del año 1831 para introducirse en la sede del gabinete de medallas en Paris. Sin ser detectados, lograron llevarse un enorme botín que incluía, entre otras cosas, cajas repletas de las monedas más valiosas de la colección. El objetivo de los delincuentes no era vender las piezas robadas como antigüedades, sino fundirlas y desprenderse del oro en forma de lingotes. Las ganancias a obtener de esa forma eran mucho menores, pero el oro fundido tenía la ventaja de no revelar su procedencia. La policía logró apresar a los malvivientes en poco tiempo, pero no antes de que pudieran llevar a cabo la mayor parte de su plan y hubieran fundido aproximadamente un 90 % de su botín. En lugar de las monedas, los agentes del orden pudieron, en consecuencia, recuperar sólo los lingotes recién vertidos en sus moldes. Las pérdidas fueron terribles, porque los ladrones destruyeron muchas piezas únicas, especialmente medallones romanos. Los mayores tesoros de la colección se perdieron así para siempre.
Un ejemplo de lo perdido: Un medallón de Justiniano
A modo sólo de ilustración, podemos ver una de las piezas más valiosas entonces destruidas: Un enorme medallón del emperador Justiniano del que, por fortuna, además de diversas ilustraciones como esta, todavía existe una copia hecha mediante electrotipo que nos permite apreciar con precisión cuál era su aspecto.
El medallón en cuestión era un múltiplo de 36 solidi (164gr. de oro), que había sido descubierto en 1751. En el anverso presentaba un busto de Justiniano como general, armado con una lanza y una coraza y coronado con una diadema. La leyenda alrededor del retrato rezaba Dominus Noster Iustinianus Perpetuus Augustus (Nuestro Señor Justiniano, Perpetuo Augusto). El reverso mostraba nuevamente a Justiniano, esta vez montando a caballo. Frente a él marchaba una victoria sosteniendo una palma y un trofeo bajo el brazo izquierdo. La inscripción del exergue indicaba a Constantinopla como la ceca donde había sido acuñada la pieza. La leyenda del anverso era: Salus et Gloria Romanorum (Seguridad y gloria de los romanos). Siempre se ha considerado que semejante pieza habría sido acuñada para marcar las particularmente suntuosas celebraciones del triunfo sobre los vándalos y la reconquista de Cartago por Belisario en el año 534 d.C. El valor de esta pieza sería hoy incalculable.
Fuente: http://www.monedas-antiguas.com.ar/2011/04/el-mayor-robo-de-monedas-antiguas-de-la.html http://www.monedas-antiguas.com.ar/2011/04/el-mayor-robo-de-monedas-antiguas-de-la.html
Había leído esto, trágico para las generaciones venideras, el moco que se mandaron estos tipos fue enorme, de seguro los deben haber colgado o algo así en aquella fecha de la historia. La verdad una pena que se pierda semejante colección.
Exelente historia te dejo puntos
Muy buena historia, buena y lamentable al mismo tiempo. Van puntos.
Qué tal! Muy buen post!