El otro día me encontré con este interesantísimo artículo en un blog de Numismática, y justo después veo que por el chat de CoNuVi estaban hablando dos usuarios sobre gabinetes para guardar monedas, y salió el tema de este artículo precisamente. Así que para ellos, y para cualquiera que le interese, les dejo la publicación que extraje del Blog http://estudiosdenumismatica.blogspot.com.ar/2012/05/gabinetes-de-monedas-una-pasion.html "Estudios de Numismática" de Diego Márquez Robledo:
La pasión por la numismática como afición exquisita, que se complace y deleita en la belleza de esos pequeños discos lenticulares que nos ofrecen una paleta de sensaciones más variadas que las de un festín anacreóntico, sabe extenderse a ámbitos adyacentes a las monedas mismas.
Así, florecieron ya en el Renacimiento una serie de objetos exonúmicos, es decir paralelos a la recolección misma de las piezas numismáticas, para su conservación, su aprecio, su estudio y su atesoramiento, que pronto obtuvieron su propia credencial de sofisticación y un peso de ornato por ellos mismos que enriquecía los numerarios, otorgándoles un plus de refinamiento a la rareza extrema de las colecciones.
Quiero dedicar esta entrada a emprender un paseo por los contenedores de las monedas, esos pequeños muebles denominados gabinetes numismáticos, cuya delicadeza y cuyo arte bien pueden exigir la pretensión de un coleccionismo por sí mismos, al tiempo que nos invitan a realizar un deleitoso paseo por la historia de su lujo y de su pasmosa delicadeza.
Bronce, laca, marfil, ébano, cerezo, caoba, plata, oro, taraceados en carey, incrustaciones de oro, dorados a la hoja, tallas, pequeñas esculturas, bichas, barrocos delfines, alegorías y pinturas muy diversas exornan de maravilloso deleite los gabinetes numismáticos, desde el Renacimiento y el Barroco hasta comienzos del siglo XX, y quisiera compartir con el lector de este blog un breve recorrido por los más conspicuos que me ha permitido atesorar mi curiosidad, mientras he navegado por sitios y blogs numismáticos, seguro de que la admiración que producen estos objetos será compartida por quienquiera se detenga a leer esta entrada.
Comencemos con uno realmente fascinante, tanta belleza hace palidecer a las palabras, y no hay expresión que se equipare con el disfrute directo del objeto suntuario:
La impresionante imagen es una fotografía de un gabinete numismático cuyo origen es Polonia. Se encuentra en Bicz, y fue realizado en marfil por el artesano Christoph Angermeier en una fecha tan temprana como 1633 (tempranos albores de la numismática) para Elizabeth, la esposa de Maximiliano I de Bavaria. En sus tallas podemos apreciar músicos que tocan diversos instrumentos, entre ellos un trombonista, además de las soberbias alegorías-custodios de sus cuatro esquinas.
A continuación, un completo mueble numismático (más que una pequeña caja exornada) en el cual los bronces dorados sobreabundan; se trata de un mobiliario numismático inglés del siglo XVII:
Las escenas mitológicas de una doncella semejante a una vestal y un fauno que observamos seguramente condicen con las piezas de la Antigüedad que este bargueño custodia.
Pasemos a dos gabinetes que pertenecen a los tesoros de los reyes de Suecia, actualmente en el museo real de historia del arte monetario, en Estocolmo. El arte neoclásico de sus ornatos los acerca al último cuarto y finales del siglo XVIII; su elegancia es equiparable tan sólo a su sobriedad y a lo minúsculo de las florituras que se desgranan por las puertas:
La exacerbada artesanía y el entusiasmo por la maravilla de sus florituras, y la nobleza de los materiales en que eran confeccionados estos numerarios, emparenta a estos gabinetes con las Wunderkammer de los soberanos europeos del Barroco, tan propensos a la delectación proporcionada por la fantasía y la ensoñación, a partir de Rodolfo II, rey de Bohemia, en pleno ascenso del manierismo de finales del siglo XVI.
En otros casos, el cuidadoso detalle y la excelencia de la confección convierten a las delicadas cajitas para atesorar monedas antiguas en grandes vitrinas, pero no por ello menos admirables. Es el caso del mobiliario de la colección numismática de los reyes de Dinamarca, tal como podemos admirar en el museo real de Dinamarca, sito en Copenhaguen:
Personalmente, no obstante, prefiero el fetichismo de esos mueblecitos más íntimos, pero no menos ostentosos, tales como el primero de esta entrada, por lo que continúo exhibiendo los que más me han provocado maravilla.
Veamos un pequeño medallero de Luis XIV totalmente incrustado en carey, que actualmente se exhibe en el museo de la moneda en París (institución que no debe ser confundida con el gabinete numismático de la Biblioteca Nacional) es de una exquisitez sin comparación, en las diminutas dimensiones de sus planchas:
Otra característica de muchos gabinetes (y no sólo numismáticos) antiguos, es la pasión por los cajoncitos secretos, o por su multiplicación casi infinita, lo cual otorga una gracia muy especial que publica, en esa profusión de pequeños lóculos para contener amorosamente los objetos mimados que son las monedas u otras miniaturas, esa delicadeza del hombre de otros siglos por la belleza de lo minúsculo y lo diminuto.
Tal multiplicación de amorosos cajoncitos, como si se tratara del Teatro della memoria del divino Giulio Delminio Camillo, que supo aprovechar para su reordenamiento de la mente humana estos ordenadores, que con el tiempo llegarían a inspirar el funcionamiento de las carpetas de documentos digitales, se puede apreciar en primorosos gabinetes como éstos que muestro en seguida:
Se trata de un gabinete de monedas conservado en el Instituto Histórico de Arte de Viena, con 48 pequeños cajoncitos, algunos de los cuales se encuentran abiertos y dejan ver, en la imagen, las monedas que contienen.
En este otro, la concepción es diferente, ya que se acerca a lo que hoy es una "carpeta con hojas para monedas". Se pueden observar más de 40 monedas de oro en la misma "página", como si se tratara de la gruesa lámina de un libro… este numerario es conservado también en Viena, en el Instituto Histórico de Arte:
Apreciemos ahora una obra de arte del taraceado en madera, obra del artesano George Bullock, que repite el concepto de los cajoncitos. Se trata de un gabinete confeccionado en el primer cuarto del siglo XIX (específicamente en 1816-1818), y su elegancia ya presenta la sobriedad del arte decimonónico.
Otro, ya de la segunda mitad del siglo XIX y de cuna inglesa, parece haber renunciado totalmente, si no a la sobriedad y la elegancia, sí a cualquier ornato superfluo… un digno ejemplo de la "desinfección fantasmática" (para usar un término caro al profesor Culianu) de los objetos suntuarios, afín a la época del positivismo científico que vivió esta época del pensamiento. Es evidente que el mensaje consiste en despojar al objeto de toda connotación ajena a un clasificador, si bien seguramente las maderas en las que fue confeccionado no renuncian a la máxima calidad:
En esta visita guiada por estas bellezas, quiero hacer un alto, y comentar el parecer de muchos expertos, quienes afirman que los gabientes numismáticos, según las materias con las que han sido confeccionados, pueden representar la muerte de las monedas que albergan. Esto es así porque algunas maderas exhalan emanaciones resinosas que se adhieren a las piezas, y poco a poco las van minando químicamente.
Tuve ocasión de comprobarlo, cuando mudé mi humilde colección a un pequeño mueblecito numismático de madera de dudosa procedencia, y a los pocos días comencé a notar que las monedas estaban "pegajosas", era una sensación extraña, pero evidente para un amante de las monedas en extremo meticuloso como (lo confieso) yo lo soy.
Apoyando el dedo sobre la superficie de metal de cada pieza, noté sutilmente que el dedo tardaba milésimas de segundo más que antes en despegarse del metal, y luego, el deslizamiento de la yema del dedo no era tan lábil como antes… además, el olor de cada moneda, alejada del gabinete, evidenciaba que algo se adhería a su superficie, ya que yo podía percibir un olor (otra vez) pegajoso , en el que estaban impregnadas las piezas.
Alarmado, me deshice más veloz que un rayo del dudoso gabinete (lo cual no entrañaba pérdida ya que era totalmente utilitario) y volvi a los cajoncitos de felpa aterciopelada sobre cartón que contenían mis monedas desde hacía tiempo… otros expertos aseguran que, en el caso de la caoba, este efecto no es apreciable, pero ante la duda, no aconsejo ninguna madera a los coleccionistas…
Ahora, para acercarnos al final de este recorrido, quiero presentar un elegante pero sencillo gabinete ofrecido por un artesano actual, en su página de Internet, veámoslo:
Se trata de un numerario fabricado por Craig McDonalds, y ofrecido en su página personal: http://www.cabinetsbycraig.net]www.cabinetsbycraig.net
Pero no he pidodo resistirme a dejar para el último un gabinete de una exquisitez que me dejó helado, de comienzos del siglo XIX, en estilo… ¡egipcio!
La concepción de su estructura es muy extraña y a la vez de un lujo asombroso… me recuerda uno de los contenedores de los sarcófagos de Tutankamón, tal como tuve ocasión de apreciarlo horas enteras en el museo de El Cairo.
Los apliques de plata, la elegancia limpia y neta de las figuras presentadas, y la singularísima forma del volumen de todo el gabinete me dejaron boquiabierto. Considero que toda persona sensible al arte numismático soñaría con tener esta preciosidad:
Esta joya fue creada por el artesano francés Honoré George Jacob Desmalters (1770-1843) hacia 1809-1819, y no dudo que en su imaginario mental estuvo influenciado por la locura por el arte faraónico que invadió a Francia luego de la campaña napoleónica a Egipto.
Me gusta soñar, cuando lo aprecio en estas fotos, que en su cuerpo contuvo -o contiene aún- una colección de monedas ptolomaicas, o de Alejandría, o bien de los nómoi de Egipto, o esas extrañas y personalísimas tetradracmas de oricalco de Antonino Pío que tan bien retratan el eclecticismo de los tiempos alejandrinos… época fértil en simbiosis de dioses, hechizos y configuraciones gnósticas, y la apoteosis de la Antigüedad…
Colocaré varias fotos -todas las que he hallado- de esta sensacional obra de arte:
Éste es el impresionante aspecto del gabinete con todos sus cajoncitos cerrados:
Y, como cereza de este pastel digno de María Antonieta (o, mejor, de Josefina, por la época a la que pertenece, y por su sobriedad mayor que la del arte rococó y el neoclasicismo de Luis XVI), un detalle pasmoso de su parte superior:
Te doy mis 10 Puntos del día, están hermosos, aunque ocupen mucho espacio… están Hermosos… 😀
Quiero todos 🙂
8| 8| 8| hemosos!
Ahora voy a leer toda la nota, pero un les paso un CONCEJO que nos dieron en el curso de numismatica del Centro de Numismatica de Buenos Aires: tengan cuidado si exponen a las monedas directamente con la madera ya que TODAS las maderas desprenden gases ácidos que pueden perjudicar a las monedas.
La ÚNICA madera que dijieron que casi no desprende tóxicos es la caoba africa (se consigue pero es cara).
Saludos
pasen por el blog que menciona la nota! Muchas Historia y cosas interesantes! 😛
ese tema esta tratado en el post
Quien no quisiera uno como estos para guardar nuestras moneditas Ja ! : ))
Muy bueno 😀 😀
ojala algún día tenga una colección de monedas digna de un mueble así
Wao muy buen post realmente son excelentes esos gabienetes el que mas me gusto es el negrito es una maravilla.