los resellos en las monedas de Felipe III Y Felipe IV

LOS RESELLOS EN LA MONEDA DE VELLÓN Y COBRE DE FELIPE III Y FELIPE IV

Introducción
La estampación de resellos o contramarcas sobre las monedas se ha repetido con frecuencia a lo largo de la historia, casi desde la misma invención de la moneda.
Los resellos se pueden aplicar a las monedas por razones muy diversas, como dar validez legal a la circulación en una determinada región geográfica fuera del ámbito original de circulación (por ejemplo por motivos de escasez de numerario), certificar la autenticidad en circunstancias en que abundan las falsificaciones, o alterar el valor nominal por cualquier motivo.
En algunos casos los motivos del resellado fueron más oscuros (propaganda política, marcas estampadas por los propietarios, ensayos de autenticidad,…), y en otros simplemente se desconoce.

Monedas reselladas de distintas épocas: 1) Moneda griega de Aspendos(Turquía, s IV a.C.) resellada con un toro. 2) Moneda de M. Antonio y Octavia (s I d.C.) resellada con un símbolo desconocido, posiblemente un ancla. 3) Moneda de 4 reales de Carlos III resellada para autorizar su circulación en la isla de Sumatra
En España, y concretamente en los antiguos territorios dependientes de la Corona de Castilla, son especialmente significativos los resellos practicados sobre la moneda de vellón y cobre a lo largo del siglo XVII, durante los reinados de Felipe III (1598-1621) y Felipe IV (1621-1665).
Estos resellos tan abundantes, aplicados para cambiar el valor facial de las monedas, son un fiel reflejo de la anarquía monetaria alcanzada durante dicha época, y de las frecuentes manipulaciones y alteraciones por parte de un Estado consumido por las deudas.
Este artículo pretende ser una introducción para ayudar a entender la historia que se esconde detrás de una de esas chapas llenas de resellos.

ALTERACIONES MONETARIAS AL FINAL
DEL REINADO DE FELIPE II

Aunque Felipe II nunca llegó a ordenar el resellado de moneda, el punto de arranque de las alteraciones monetarias que terminarían llevando al resellado masivo de monedas de vellón durante el siglo XVII, puede situarse al final del reinado de este monarca.
A pesar de las grandes remesas de metales preciosos que llegaban regularmente de las colonias americanas, la costosísima política exterior española durante el siglo XVI llevó a la economía a una situación insostenible, plasmada en una larga sucesión de bancarrotas (1557, 1560, 1574, 1576, y 1596), que continuaría a lo largo del siglo siguiente.
En 1586, en medio de esta situación de continua insolvencia de las arcas públicas, comenzaban las primeras emisiones regulares de una nueva ceca en Segovia, “el Ingenio”, donde se acababa de instalar la más moderna maquinaria de la época, traída de Alemania. Dicha maquinaria, basada en el uso de molinos hidráulicos era capaz de producir monedas mucho más perfectas que las acuñadas a martillo en el resto de las cecas (incluida la casa vieja de Segovia), dificultando en gran medida la falsificación de piezas. Aprovechando esta circunstancia, y tras la última suspensión de pagos del reino, el 31 de diciembre de 1596 se decretó que toda la moneda de vellón acuñada en el ingenio de Segovia se fabricase sin liga alguna de plata.
Al tiempo que se labraba esta nueva moneda de menor ley, se iba recogiendo la anterior de forma masiva, con lo que se obtenía una ganancia neta al recuperar la plata de la moneda antigua. Ante las protestas por esta reducción de ley en la moneda de vellón, en 1597 se decretó añadir un grano de plata por cada marco de cobre a las nuevas emisiones.
Tras heredar la Corona en un estado financiero ruinoso, Felipe III continuó con estas emisiones de baja o nula ley durante sus primeros años de reinado (1598 a 1602).

LOS RESELLOS DE FELIPE III

El 13 de julio de 1602 se da un paso más en esta política de reducción de calidad del vellón, decretándose no solo la eliminación definitiva de cualquier proporción de plata, sino también la reducción del tamaño y peso de las piezas a la mitad.
Como consecuencia de esta medida, el vellón acuñado con anterioridad a 1602 veía duplicado su valor, y por tanto se decreta su resellado por cédula de 18 de septiembre de 1603. Así, las piezas de dos maravedís pasan a valer cuatro y las de cuatro pasan a valer ocho.
Se estima que la operación de resellado se prolongó hasta finales de 1606, entre otros motivos por las protestas de las Cortes de Castilla y la resistencia de los súbditos a entregar moneda vieja de vellón a cambio de moneda sin ley y de peso reducido.
Las marcas estampadas sobre las piezas fueron circulares, con un IIII o un VIII coronados y con la señal de la ceca correspondiente bajo el valor (Burgos, Coruña, Cuenca, Granada, Madrid, Segovia, Sevilla, Toledo, y Valladolid). Estos resellos no llevan estampada la fecha (no poseen reverso). Al mismo tiempo que se resellaban piezas antiguas, continuó la emisión de piezas nuevas de 8, 4, 2 y 1 maravedí, ya sin plata alguna y de tamaño reducido.
La proliferación de nuevas acuñaciones sin retirar moneda vieja de la circulación hizo que cantidad de vellón circulante se multiplicase aproximadamente en un factor 10 durante el reinado de Felipe III. Se estima que el resellado supuso una ganancia neta de más de 875 millones de maravedís, a repartir entre la Corona y los distintos entes, tanto particulares como vinculados al Estado, que participaron en las diversas operaciones de recogida y acuñación.
A pesar de todo, en 1607 se produjo una nueva suspensión de pagos que forzó un cambio en la política exterior hacia líneas pacíficas, menos costosas para las arcas públicas. Entre las consecuencias negativas de estas manipulaciones monetarias, y de las llevadas a cabo en los años siguientes por su su sucesor, destacaron la extracción masiva de plata al extranjero a cambio de vellón, la desaparición de la circulación de la moneda de calidad (oro y plata) atesorada por la población, y la aparición del "premio" sobre el cambio oficial de la plata y oro por vellón.

Piezas de 2 maravedís acuñadas en el ingenio de Segovia en 1601 (izquierda)
y 1602 (derecha), tras la reducción de peso a la mitad decretada en dicho año

Resellos de Felipe III por valor de IIII y VIII maravedís (reverso liso, sin fecha)

EL CAOS MONETARIO DURANTE
EL REINADO DE FELIPE IV

En sus primeros años (1621-26), Felipe IV continuó con emisiones de vellón similares a las de su antecesor. Como dato curioso, en esta época es cuando comienza a aplicarse el término calderilla a toda la moneda de vellón acuñada con anterioridad a 1597.
Durante la primera época del reinado (hasta 1636), las medidas fueron encaminadas a remediar la política de su antecesor y reducir la enorme cantidad de vellón circulante. En esta línea, el 27 de mayo de 1626 se da orden de horadar la calderilla y bajar su valor a la cuarta parte, el 27 de julio se modifica la orden, decretándose la recogida de esta calderilla para fundirla o cortarla, y sustituirla por moneda ordinaria. El 7 de agosto de 1628 se decreta que la moneda volviese al valor que tenía con anterioridad al decreto del 13 de junio de 1602, con lo que el valor del vellón acuñado o resellado con posterioridad a dicha fecha debía bajar a la mitad.
Sin embargo este intento de devolver la moneda a su valoración original no fue duradero, y en 1636 volvieron a comenzar las manipulaciones en favor de la maltrecha tesorería de la Corona, decretándose para las piezas ya reselladas por Felipe III un aumento de valor al triple de lo decretado en 1628.
Así, sobre las piezas originalmente de 2 maravedís y reselladas con IIII por Felipe III, se estampó el resello VI, y sobre las piezas originalmente de 4 maravedís, reselladas con VIII por Felipe III, se estampó el resello XII. Todos los resellos de esta primera serie de Felipe IV llevan marcada la fecha 1636 en el reverso. En 1638 se decreta consumir o cortar toda la moneda de vellón no resellada.

Las primeras acuñaciones de Felipe IV, realizadas a molino en el ingenio de Segovia, y a martillo en el resto de las cecas,
mantuvieron los tipos de las últimas monedas de su antecesor

Resellos de Felipe IV del año 1636 por valor de VI y XII maravedís
La situación financiera debió empeorar aún más después de las insurrecciones de Cataluña y Portugal en 1640, y el 11 de febrero de 1641 se dio una nueva vuelta de tuerca ordenado resellar todas las piezas de vellón que circulaban por valor de 4 maravedís (las acuñadas por Felipe III y IV con valor 8), para que desde esa fecha lo hicieran por ocho. Quedaban expresamente excluidas de la medida las piezas acuñadas en el ingenio de Segovia. Esto explica que se encuentren piezas de 8 maravedís acuñadas a martillo por Felipe III y IV, reselladas nuevamente con el valor ocho. Los resellos correspondientes llevan el valor VIII y los años 1641 y 1642 en el reverso.
Ante la confusión creada por la circulación simultánea de monedas del ingenio de Segovia, unas reselladas y otras sin resellar, se decretó que las piezas de 4 maravedís de esta ceca se resellasen por valor de seis, y las de ocho con el valor doce. Estos resellos llevan los valores VI y XII y los años 1641 y 1642 en el reverso.

Resello de los años 1641 y 1642, por valor de VI maravedís Resello de los años 1641 y 1642, por valor de VIII maravedís

Resello de los años 1641 y 1642, por valor de XII maravedís

El 12 de septiembre de 1642 se redujo nuevamente el valor, ordenándose que las piezas reselladas con XII valiesen dos maravedís y las reselladas con VI valiesen uno. Al tiempo que cualquier moneda de ocho maravedís pasase a valer dos, las de cuatro pasasen a valer uno y las de un maravedí redujesen su valor al de una blanca. En este caso no se realizó resellado.

El 12 de marzo de 1643, las monedas que habían visto reducido su valor a 2 y 1 maravedí pasaron a valer 8 y 4 maravedís respectivamente.

El 11 de noviembre de 1651 se ordenó resellar toda moneda acuñada con posterioridad a 1597, para darle el valor que tenía con anterioridad al decreto del 12 de septiembre de 1642. Los resellos empleados llevan numeración arábiga 4 y 8

Resellos de Felipe IV de la serie 1651-1652, por valor de 4 y 8 maravedís
El 25 de junio de 1652 se anuló la disposición anterior, reduciéndose el valor de la moneda al valor anterior (la cuarta parte del que figura en el resello). La calderilla mantenía el valor dictado en 1643 (8 y 4), y se proyectaba su recogida y retirada para principios de 1653. Las piezas de 2 maravedís recién acuñadas, se redujeron a uno.

La calderilla se recogió a finales de 1652, poniéndose de nuevo en circulación a lo largo de 1654 y 1655, después de estamparle resellos con los valores que tenían cuando dejaron de circular IIII y VIII.
Entre las piezas que llevan estampados estos resellos no es difícil encontrar monedas de 2 y 4 maravedís acuñadas a nombre de los reyes Católicos, casi irreconocibles después de más de 100 años de circulación y tres operaciones de resellado en diferentes fechas y cecas.

Resellos de Felipe IV de la serie 1654-1655, por valor de IIII y VIII maravedís

El de 27 de septiembre de 1658 se ordena la recogida de toda la moneda gruesa de vellón (moneda acuñada a martillo por Felipe III y Felipe IV). Se pretendía acabar definitivamente con la moneda envilecida por los resellos, emitiendo en su lugar nuevas monedas de II y IIII maravedís con los monogramas coronados PHILIPPVS y REX. En la práctica no llegaron a acuñarse nuevas monedas, y en su lugar los motivos propuestos se resellaron directamente sobre la moneda vieja. Su valor bajó a la mitad en 1659.

Última serie de resellos de Felipe IV (años 1658-1659), de II y IIII maravedís
Esta sería la última operación de resellado del reinado, pero no el fin de la anarquía monetaria, complicada aún más por el crecimiento de las falsificaciones. Dada la sencillez de multiplicar el valor de una moneda con el simple estampado de un resello fácil de imitar, proliferaron los resellos al margen de la ley, incluso por parte de religiosos amparados tras los muros de sus conventos, o por operarios de las propias cecas, que resellando por su cuenta podían quedarse con los beneficios. Todo ello a pesar la pena de muerte que se decretó expresamente para aquellos que imitasen los resellos oficiales .
En 1660 se recogió definitivamente toda la calderilla, irremediablemente deteriorada por la acumulación de resellos, y se trató de remediar la situación con una nueva emisión, la primera desde que se dejasen de acuñar piezas nuevas de vellón poco antes de 1630. Esta nueva serie constaba de valores de 2, 4, 8 y 16 maravedís, poseía cierto contenido en plata (20 granos por marco), y para hacerla más estimable llevaba la efigie del monarca.
Las primeras emisiones fueron acuñadas a martillo en todas las cecas, salvo en el ingenio de Segovia, pero a finales de 1661 se decretó su acuñación obligatoria a molino en todas las cecas y se inició la recogida de las acuñadas a martillo. Con estas medidas se pretendía dificultar al máximo la acuñación de piezas falsas en talleres caseros, sin embargo las falsificaciones proliferaron rápidamente (especialmente en las piezas de 16 maravedís), hasta tal punto que tuvo que suspenderse la acuñación en octubre de 1664, fecha en que su valor quedó reducido a la mitad.

Monedas de 2 y 4 maravedís correspondientes a la última serie de acuñaciones de vellón de Felipe IV

Monedas de 8 y 16 maravedís correspondientes a la última serie de acuñaciones de vellón de Felipe IV
En 1680, ya bajo Carlos II se redujo de nuevo su valor a 1/8 del precio original, y se comenzó la acuñación de nuevas piezas de 2 maravedís.