Posdata ("encontramos su carta")

El número, de tanto verlo corre el riesgo serio de desdibujarse.
Amontona arrugas y ya se ha humedecido con el sudor de las manos.
Pero sigue ahí, tan 17 como siempre.
Tanto como cuando el agente del correo (kafkiano, gasallesco), señala con la mirada el pasillo y le pone play al "afuera te llaman por el número".
Tanto como cuando el cartelito en cuestión parpadea, entona un tiiiiiiin tiiiiin burlón y enrostra un 9 rotundo, lapidario, compadrito…

El número que primero fue 17. después fue 23 y luego 42.
Realmente no estuve ni cerca ninguno de los tres días de llegar a mi carta.
Las cuentas son sencillas: hago horario de comercio y dispongo, entonces, de magras dos horas para irme desde Villa Elisa hasta el edifcio central del correo en La Plata. De ellas, una se consume en el viaje de ida y vuelta, unos cuantos minutos en hacerme de un turno y los restantes en ver cómo no hago a tiempo de esperar que llamen por el mío.
A todo eso debo sumar un extravío de aviso de retiro, la repetición del pago de tasas (con la grata sorpresa del aumento del mismo), un cambio de disposiciones en la Afip, la gestión de mi clave fiscal, la descarga (auxilio mediante de un amigo que trabaja en ARBA) de Mis Aplicaciones, la descarga del benemérito formulario F nomeacuerdocuánto, la impresión -errónea- del comprobante -y no del formulario en cuestión, dos visitas más infructuosas, una ida al trote a un ciber, y, tatantatan (si se me permite el Walternelsismo ) todo listo para hacer el retiro.

Y entonces, ell número que primero fue 17. después fue 23 y luego 42, pasó a ser 47.
Con las mismas limitaciones de tiempo, y un 46 claro, elegante, redentor.. aquél 47 era como tener 33 de mano. Me quedaba media hora; no podía perder. Me acodé en el mostrador, puse el papelito prolijamente ante mi (no fuera cosa que se me piantara) y esperé. Esperé repasando las monedas que creía recordar habría en la caja.
Esperé relojando la gente que se acumulaba en la salita de espera.
Esperé hasta que el reloj tintineó y cambió a …48 😐 😐 😐 😐 😐 😐 😐 😐 😐 😐 😐

Y en fin, el resto fue un esperá que se han olvidado de pasarme el tuyo, ahí te lo están buscando, sabés que pudo haberse traspapelado… hasta llegar al lapidario "la verdad que no lo encontramos, che".

A esa altura, como si hubiera esnifado un tarrito de garompas, enyoizado extrañamente con el correo y la aduana, redacté una queja muy light a cambio de la promesa de que "iban a seguir buscándola" y me retiré a las casas …

Pasados tres días, esa rara pasividad mía tuvo su recompensa en un críptimo Dígale a su esposo que la encontramos, que me regaló mi señora al volver del trabajo.

Dos días después (la Selección nos marca los calendarios por estos días, mal que nos pese), volví por OCTAVA vez al correo y logré encontrarme, al fin con mi carta.

Con algo más de tiempo, en un próximo post estaré subiendo las imágenes (habrá pedidos de ayuda como las más de las veces junto aellas) y ya me dirán si valió la pena tanta burocrática pregrinación.

Por lo pronto quería mostrarles algo que me llegó como regalo en el envío.

Si bien es realmente algo original no estoy seguro de preferirlo a la moneda en "estado natural". Creo que es una pieza de Constantino II, pero será bienvenida cualquier corrección al respecto.

Y nada más por ahora.
Muchas gracias por el tiempo, por la lectura y por cualquier dato que puedan aportar. Como siempre; un gusto poder formar parte de la comunidad.

Buen finde!!!

7 comentarios en “Posdata ("encontramos su carta")

  1. Interesante literatura amigo….. un poquito de Borges, otro de Cortázar…. capaz que algo sin querer de Dolina…. *-) más por Cortázar…. felicitaciones.

  2. @Guarani Interesante literatura amigo….. un poquito de Borges, otro de Cortázar…. capaz que algo sin querer de Dolina…. *-) más por Cortázar…. felicitaciones.

    Gracias. Porlas palabras y la lectura. 🙂

  3. excelente relato, en general con los post donde relatan su experiencia burocrática para conseguir las monedas que les enviaron por intercambio, paso directo a las fotos, pero esta vez sí me entretuve leyendo 🙂

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