Lo que puedo tener

Hace unos pocos meses surgió la necesidad, luego de algunas modificaciones edilicias (que llevamos adelante desdeñando escuadras y desafiando al plomo) de incorporar un sillón a nuestro ampliado living.
Así fue que con mi esposa y luego de explorar folletos y mueblerías, de buscar opciones en maderas nobles y proletarias, de revisar y revistar un presupuesto discreto, apareció la chance de comprar a un precio razonable cierto futón que, mientras escribo, cuida ahora mis espaldas.

Una vez instalado en el espacio para el que estaba pensado; una vez puesto en "situación", me vi tentado a una pregunta un poco temeraria:
-Te gusta?
Mi esposa tomó distancia, lo miró con los brazos en jarra (gesto muy suyo), se sonrió y me contestó:
-Sí. No es el que más me gusta, pero es el que puedo tener, así que me gusta.

A cuento de que este militante pragmatismo, preguntará el amable lector?

Pues bien, básicamente, porque sirve de excusa para mostrar algunas piezas que he podido sumar en este último par de meses.

Las monedas, desde ya, tienen su bien ganado lugar en mis carpetas de monedas "antiguas" (viejas? viejo es el viento y sigue soplando…). Pero el estado de las mismas es lo que me lleva a teclear estas noches de calor.

"Esas directamente no sirven", fue la sentencia devastadora del siempre amable responsable de numismática San Luis (La Plata city), que sin ánimo alguno de ofender, ofrece desde sus pulcras y alfabéticas carpetas, formales monedas con admirables pátinas y magras circulaciones.

Con poca "calle" (como diría el calavera de mi tío Manolo), quizás, pero realmente más lindas que las flores.

Seguramente, si elegir pudiera, sería ese y no otro el tipo de monedas que me encantaría encarpetar.

Si uno fuera diestro en las ciencias del pan y queso, seguramente, elegiría al Diego del Nápoli y no al del Sevilla, para jugar un picado.
Si pudiera escoger noviazgos apuntaría a la Brigitte Bardot de los 60, que perturbaba a creyentes y paganos por igual, y no a la amable abuela de Green Peace que hace suspirar a aliviados pinguinos y simpáticos delfines.

Para los que tenemos el pie chico, para los que desconocemos las artes de Don Juan, para quienes nos contestamos un poco con la historia y le perdonamos daños y desgastes deshonrosos, entonces, mi pequeño muestrario…

Uruguay, 20 centavos, 1942, plata. Feria de Pereyra, (la más cercana a la rotonda). Hallazgo amable en una cajita de 5$ cada una.

Uruguay,20 centavos, pero de 1920. Plata también y nueva en mi colección. Misma caja, mismo precio.

Francia, 1867, 20 céntimos. Plata. La otra feria, de Pereyra, puesto de loqueustéseleocurra, cajita de 20$ la unidad.
Malditas perforaciones 🙁

Francia, 1905, 20 céntimos. Plata. Misma otra feria, misma cajita.
Remalditas perforaciones :'(

Y aquí mi perlita. Esta tiene un lado bueno (como Julio Iglesias, que atajaba en el Madrid), que fue el que vi primero.

Y otro malo (como Julio Iglesias, que canta).

Argentina. 10 centavos, 1882. Plata. Y un desalentador beso de plomo…

Eso es todo gente amiga: una excusa medio elaborada para monedas que quizás sin ser coleccionables, tienen lugar en mis carpetas.
Una pregunta tácita, de si me gusta.
Y una respuesta, para citar a la dueña de mis citas, medio cantada: "No es el que más me gusta, pero es el que puedo tener, así que me gusta"

Sin mucho más, lo de siempre, gracias por pasar, por leer y por opinar. Gracias por estar, también, sobre todo.
Y muy feliz año para todos.

Pd 1: la moneda de 10 centavos también fue extraída de la cajita (cajón de uvas en realidad) de 20$.

Pd 2: Por obvias razones, nunca me he animado a preguntarle a Anny (tal el nombre de mi esposa), si es que le gusta el esposo que tiene.