Más reyes españoles: Felipe II, Carlos II y Fernando VI

Hola a todos! Hoy les muestro tres nuevas adquisiciones llegadas desde Madrid hace unas semanas, sumando tres reyes de España que no tenía (hago una pieza por monarca).
Los pesos y medidas en algunos casos no están exactos ya que no cuento con instrumental apropiado actualmente.

Sin más palabras, las monedas y las historias…

2 MARAVEDÍS (AÑO APROX. 1576-1583) – FELIPE II (1556-1598)

Ficha
Módulo: aprox. 22 milímetros
Peso: aprox 3,4 gramos
Composición: vellón
Canto: liso
Reverso: girado aprox. 90°
Ceca: Cuenca ( C )
Tirada: ?
Anverso: PHILIPPVS II DEI GRATIA (Felipe II por la Gracia de Dios) alrededor de una orla circular con un castillo entre marcas de ceca y ensayador.
Reverso: HISPANIARVM REX (Rey de las Españas) alrededor de una orla circular con un león coronado a izquierdas.

En la siguiente imagen están señaladas con un círculo rojo la marca de la ceca de Cuenca ( C ) y con un círculo celeste la marca del ensayador (Xº) Cristóbal de Becerril, a cargo de las acuñaciones de dicha ceca entre 1576 y 1583.

FELIPE II

Rey de España y Portugal (Valladolid, 1527 – El Escorial, 1598). Era hijo de Carlos I y de Isabel de Portugal. Durante el reinado de su padre había asumido en varias ocasiones las funciones de gobierno -bajo la tutela de un Consejo de Regencia-, por ausencia del emperador, absorbido por los conflictos de los Países Bajos (1539) y Alemania (1543). En 1554 Carlos I abdicó en él Nápoles y Milán, al tiempo que la boda con María Tudor le convertía en rey consorte de Inglaterra; las abdicaciones del emperador se completaron con la entrega a Felipe de los Países Bajos, Sicilia (1555), Castilla y Aragón (1556). Austria y el Imperio fueron entregados al tío de Felipe, Fernando, quedando separadas las ramas alemana y española de la Casa de Habsburgo.
Felipe II modernizó y reforzó la administración de la Monarquía Hispana, apartándola de las tradiciones medievales y de las aspiraciones de dominio universal que había representado la Monarquía Católica de su padre. Los órganos de justicia y de gobierno sufrieron notables reformas, al tiempo que la corte se hacía sedentaria (capitalidad de Madrid, 1560). Desarrolló una burocracia centralizada, sobre la cual ejercía una supervisión directa y personal de los asuntos. Pero las cuestiones financieras le sobrepasaron, dado el peso de los gastos militares sobre la maltrecha Hacienda Real; en consecuencia, Felipe hubo de declarar a la Monarquía en bancarrota en tres ocasiones (1560, 1575 y 1596). Alrededor del rey se disputaban el poder dos «partidos»: el del duque de Alba y el que encabezaron primero el príncipe de Éboli y más tarde Antonio Pérez; las luchas entre ambas redes se exacerbaron a raíz del asesinato del secretario Escobedo (1578), culminando con la detención de Pérez y el confinamiento de Alba. Desde entonces hasta el final del reinado, dominó el poder el cardenal Granvela, coincidiendo con la época en que, gravemente enfermo el rey, se alejó de los asuntos de gobierno y delegó en Juntas de nueva creación.
En política exterior, el reinado de Felipe II se inició con la liberación de la Corona de las responsabilidades imperiales (1556), el abandono del proyecto de unión con Inglaterra por la muerte de María Tudor (1558) y las victorias militares de San Quintín (1557) y Gravelinas (1558), que pacificaron temporalmente el recurrente conflicto con Francia (Paz de Cateâu Cambrésis, 1559). En consecuencia, Felipe II pudo orientar su política hacia el Mediterráneo, encabezando la empresa de frenar el poderío islámico representado por el Imperio Turco; esta empresa tenía tintes de cruzada religiosa, pero también una lectura de política interior, pues Felipe hubo de reprimir una rebelión de los moriscos de Granada (1568-71), musulmanes de sus propios reinos que habían apelado al auxilio turco. Para conjurar el peligro formó Felipe la Liga Santa, en la que se unieron a España Génova, Venecia y el Papado. La resonante victoria que obtuvieron sobre los turcos en la batalla naval de Lepanto (1571) quedó reafirmada en los años posteriores con las expediciones al norte de África.
A finales de la década de 1570, distraída la atención de los turcos por la presión persa en el este, disminuyó la tensión en el Mediterráneo. Ello permitió a Felipe reorientar su política hacia el Atlántico, para atender a la grave situación creada por la sublevación de los Países Bajos contra el dominio español, alentada por los protestantes desde 1568; a pesar del esfuerzo militar que dirigieron, sucesivamente, el duque de Alba, Requeséns, don Juan de Austria y Alejandro Farnesio, las provincias del norte de los Países Bajos se declararon independientes en 1581 y ya nunca serían recuperadas por España. La orientación atlántica de la Monarquía se acrecentó en 1581, al incorporar el reino de Portugal, aprovechando una crisis sucesoria en la que Felipe II hizo valer sus derechos al Trono mediante la invasión del país, que le convirtió en Felipe I de Portugal. En aquel momento alcanzó la Monarquía su mayor expansión territorial, añadiendo a sus dominios europeos las colonias españolas y portuguesas en América, África, Asia y Oceanía, hasta constituir un imperio en el que «no se ponía el sol». Aprovechando las guerras de religión, Felipe se permitió también intervenir en 1584-90 en la disputa sucesoria francesa, apoyando al bando católico frente a los protestantes de Enrique de Navarra (el futuro Enrique IV), circunstancia que aprovechó para intentar sin éxito poner en el Trono francés a su hija Isabel Clara Eugenia (nacida del tercer matrimonio de Felipe, con la hija de Enrique II de Francia, Isabel de Valois). La mayor presencia española en el Atlántico acrecentó la tensión con Inglaterra, manifestada en el apoyo inglés a los rebeldes protestantes de los Países Bajos, el apoyo español a los católicos ingleses y las agresiones de los corsarios ingleses contra el imperio colonial español (protagonizadas por Drake); todo ello condujo a Felipe a planear la invasión de la isla por la Armada Invencible, empresa que fracasó estrepitosamente en 1588, iniciando el declive del poderío español en Europa. Coincidió éste con la vejez y enfermedad de Felipe II, cada vez más retirado en el palacio-monasterio de El Escorial, que había hecho construir en 1563-84. Al morir le sucedió Felipe III, hijo de su cuarto matrimonio (con Ana de Austria); el primer heredero varón que tuvo (el incapaz príncipe Carlos, hijo de su primer matrimonio con María Manuela de Portugal) había muerto muy joven encerrado en el Alcázar de Madrid y, según la «leyenda negra» que alentaban los enemigos de Felipe II, por instigación de su padre.


2 MARAVEDÍS 1685 – CARLOS II (1665-1700)

Por el tipo de moneda que se trata, su estado de conservación es bastante bueno. Es visible el año, la ceca, el ensayador, el valor y los dibujos. Las leyendas prácticamente invisibles, como en muchas de estas monedas, de acuñación bastante tosca.. Según observé en páginas de venta es muy raro encontrarlas en un estado de conservación bastante mejor que el de mi ejemplar.

Ficha
Módulo: aprox. 21 milímetros
Peso: aprox. 6,2 gramos
Composición: Cu
Canto: liso
Reverso: girado aprox. 90°
Ceca: La Coruña
Tirada: ?
Anverso: CAROLVS II D G (Carlos II por la Gracia de Dios) alrededor de un escudo coronado de un castillo con ceca a la izquierda y valor II a la derecha
Reverso: HISPANIARVM REX (Rey de las Españas) alrededor de un escudo coronado con un leon, fecha a la derecha

En la siguiente imagen está resaltada con un círculo amarillo la marca de la ceca de La Coruña, representada por una vieira.

CARLOS II


La biografía aquí presentada fue extraída del sitio maravedis.net , así y todo es conveniente decir que diferentes estudios muestran que el monarca no era tan poco inteligente y desligado de los asuntos del poder como se ha intentado demostrar en la historia oficial a lo largo del tiempo.

Rey de España, último de la Casa de Habsburgo (Madrid, 1661-1700). Hijo de Felipe IV y de Mariana de Austria, heredó el Trono al morir su padre en 1665, permaneciendo bajo la regencia de su madre hasta que alcanzó la mayoría de edad en 1675. Parece ser que los sucesivos matrimonios consanguíneos de la familia real produjeron tal degeneración que Carlos creció raquítico, enfermizo y de corta inteligencia, además de impotente, lo que acarreó un grave conflicto sucesorio, al morir sin descendencia y extinguirse así la rama española de la Casa. Carlos recibió el Trono en una situación turbulenta, marcada por las luchas por el poder entre doña Mariana, Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV), Valenzuela y Nithard. Apoyándose en la nobleza, don Juan José marchó sobre Madrid y tomó el poder en 1677, pero murió tan sólo dos años después. Como Carlos era incapaz de gobernar por sí mismo, siguió confiando el poder a validos como el duque de Medinaceli (1680-85), el conde de Oropesa (1685-91 y 1695-99) y el cardenal Fernández de Portocarrero (1699-1700). Durante este tiempo se arreglaron dos matrimonios sucesivos para el rey, con María Luisa de Orléans (muerta en 1689) y con Mariana de Neoburgo; la desesperación de la corte por no lograr descendencia para continuar la dinastía, llevó a intentar incluso someter al rey a exorcismos, por si fuera cierto que estaba hechizado. Al verse cada vez más claro que el rey moriría sin descendencia, las potencias europeas empezaron a tomar posiciones para aprovechar el vacío de poder que ello crearía: Austria defendía los derechos sucesorios del archiduque Carlos (el futuro emperador Carlos VI) para intentar recuperar la herencia de los Habsburgo y evitar cualquier tentación hegemónica de Francia. Pero Luis XIV de Francia maniobró hábilmente para impedir la reedición del imperio de Carlos I y convertir a España en un territorio satélite; por la Paz de Ryswick, de 1697, hizo a España concesiones que, con el apoyo de influyentes personajes de la corte madrileña, moverían a Carlos a designar heredero a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV (dos testamentos anteriores en favor de José Fernando de Baviera quedaron sin efecto al morir aquél en 1699). Tras la muerte de Carlos se produjo una larga Guerra de Sucesión (1701-14) que enfrentó a los partidarios del archiduque (apoyado por Austria, Inglaterra, Portugal, Holanda, Prusia, Saboya y Hannover) contra los de Felipe de Anjou que, apoyado por Francia, consiguió imponerse como rey de España bajo el nombre de Felipe V, instaurando en el Trono español una rama de la Casa de Borbón. La debilidad del poder real durante la época de Carlos II y la incapacidad del propio monarca fueron a la vez causa y expresión de la decadencia de la Monarquía de los Austrias en España. Las guerras sostenidas contra Francia se saldaron con sucesivas derrotas: cesión del Franco Condado por la Paz de Nimega (1678), pérdida de Luxemburgo por la Tregua de Ratisbona (1684), invasión francesa de Cataluña (1691)… La Paz de Utrecht (1713), que puso fin a la Guerra de Sucesión, puede considerarse como la culminación de esa decadencia, pues, a cambio de permitir la instauración de un Borbón en el Trono de España, austriacos e ingleses exigieron compensaciones territoriales a costa de España, que perdió sus posesiones en los Países Bajos e Italia (que pasaron a Austria), Gibraltar y Menorca (a Inglaterra).


1 MARAVEDÍ 1747 – FERNANDO VI (1746-1759)

Ficha
Módulo: 18 milímetros
Peso: 1,84 gramos
Composición: Cu
Canto: liso
Reverso: medalla
Ceca: Segovia
Tirada: ?
Anverso: Anverso: FERDINS VI D G HISP REX (Fernando VI por la gracia de Dios rey de las Españas) alrededor del escudo coronado de castillos y leones y tres flores de lis entre ceca y valor I.
Reverso: VTRVMQ VIRT PROTEGO FECHA (Virtuoso protector) alrededor de un león coronado con cetro y sable con dos bolas que representan a los dos mundos a sus pies


FERNANDO VI


Rey de España (Madrid, 1712 – Villaviciosa de Odón, Madrid, 1759). Era hijo del primer matrimonio de Felipe V, a quien sucedió al morir en 1746 (y no en 1724, al morir su hermano Luis I, como habría exigido la norma sucesoria de la Casa de Borbón, ya que la reina Isabel de Farnesio empujó a Felipe V a recuperar el Trono y mantenerlo el resto de su vida). Comenzó su reinado eliminando la influencia de la reina viuda Isabel y de su grupo de cortesanos italianos; de tiempos de su padre conservó, sin embargo, al marqués de La Ensenada como secretario de Hacienda, Marina e Indias, equilibrando su poder con el nombramiento de José de Carvajal para la Secretaría de Estado. La pugna entre ambos terminó en 1754, al morir Carvajal y caer Ensenada, pasando Ricardo Wall a ser el nuevo «hombre fuerte».
La política exterior de Fernando VI se orientó a conservar la paz, liquidando el belicismo del reinado anterior; con ello se pretendía reducir el peso de los gastos militares y concentrar las energías sobre el desarrollo interior. Terminada la Guerra de Sucesión austriaca (1740-48), España no intervino en nuevos conflictos. Antes al contrario, la Monarquía buscó su lugar en el equilibrio europeo firmando acuerdos con Portugal (Tratado de Límites, 1750) y con Inglaterra (Convenio de Compensación, 1750; Tratado de Aranjuez, 1752). Los peligros de la situación italiana se conjuraron concertando una alianza matrimonial entre la hermana de Fernando VI y el heredero del Trono de Saboya (1750) y un tratado defensivo con Austria y Saboya (1752). El estallido de la Guerra de los Siete Años (1756-63) no desvió a España de su posición neutral, resistiendo las ofertas que hicieron tanto Francia como Inglaterra para intervenir en la contienda.
El pacifismo del reinado de Fernando VI permitió a sus ministros concentrarse sobre la reconstrucción económica y financiera del país. El proyecto de Ensenada pasaba por la implantación en Castilla de una Única Contribución directa proporcional a las fortunas familiares, medidas en virtud de un catastro que se levantó al efecto (1749-56); las dificultades y resistencias que suscitó aquella operación, sin embargo, hicieron que no pudiera ser aplicada hasta el reinado de Carlos III (1760) y aun entonces sólo de forma transitoria y parcial. Otras medidas de reforma de la Hacienda fueron más eficaces: la administración directa de las Rentas Provinciales y la acción de los intendentes (a los que se dio una nueva ordenanza en 1755) permitieron prescindir de los arrendatarios particulares que mediatizaban la recaudación de los impuestos en beneficio propio; al mismo tiempo, la centralización de las transacciones exteriores del Estado en la oficina del Real Giro (1751-52) permitió prescindir de la costosa intermediación de banqueros y asentistas. Con todo ello mejoraron los ingresos de la Hacienda Real y, al mismo tiempo, se aligeró la presión fiscal, facilitando la recuperación económica. La bonanza financiera del reinado permitió impulsar la reconstrucción de la Marina, vital para mantener el comercio trasatlántico y el imperio americano. Un nuevo Concordato con el Papado (1753) completó la obra de reforzamiento de la autoridad de la Corona en una línea regalista, al obtener el rey el derecho de patronato sobre las iglesias de Granada e Indias y renunciar el papa a apropiarse de los expolios y vacantes (herencias de los obispos fallecidos). Como monarca ilustrado, don Fernando protegió las ciencias y las artes (especialmente la música), caracterizándose su reinado por un florecimiento cultural: creación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1752) y de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País… Aquejado de problemas mentales, que se agravaron al quedar viudo de su única esposa, Bárbara de Braganza (1758), se retiró a su palacio de Villaviciosa, donde murió sin dejar descendencia, sucediéndole su hermano de padre, Carlos III, hasta entonces rey de Nápoles.

Espero que les haya gustado, saludos!

FUENTES;
http://www.maravedis.net/carlos2.html
http://www.enumismatic.com/mints_ens.php?page=1
http://www.maravedis.net/felipe2.html
http://www.maravedis.net/fernando6.html

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