Estimados, luego de un par de meses intento volver -al menos- con la historia del viernes. Pasé la barrera de las 400 medallas y otro tanto de monedas siendo estos últimos dos meses aquellos donde mas amplié ambas colecciones. Por motivos de tiempo no he podido sentarme a catalogar estas piezas hasta llegar al punto de duplicar (por error y falta de orden) algunas de las medallas compradas :-/
Lejos estoy de ponerme al día y siguo en el medio de una 'tormenta laboral', pero no quería dejar pasar la oportunidad.
1890
Se contrató la construcción de dos unidades gemelas, la "Espora" y la "Rosales" a un costo de 45.000 libras cada una, con Laird Brothers de Birkenhead, Inglaterra, en el Astillero Cammel.
Ambos fueron clasificados en distintas oportunidades como Torpedero de mar, cazatorpedero o torpedera de división. Son botados en Abril de 1890 y llegan en convoy a Argentina en Marzo de 1891.
Nombre: "ROSALES"
Tenía 64 m de eslora, 7,62 m de manga, 4,96 m de puntal, un calado medio de 2,79 m y desplazaba 520 t. Estaba armada con dos cañones Nordenfeldt de tiro rápido de 75 mm, uno de 61 mm, dos de 47 mm, 2 ametralladoras Nordenfeldt y 5 tubos lanzatorpedos. Dos máquinas de triple expansión Brotherhood de 3.535 HP alimentadas por 4 calderas tipo locomotora Whitehead impulsaban 2 hélices de bronce de 3 palas y le permitían alcanzar una velocidad de crucero de 10 nudos y una máxima de 19,5. Con una capacidad de 130 t de carbón tenía una autonomía de 3.322 millas. Su tripulación nominal era de 74 hombres. Su casco era de acero Siemens. La foto pertenece a la toperdera hermana, la Espora.
1892
El naufragio de la torpedera de mar Rosales, que tuvo lugar en 1892 en las costas del Uruguay, tragedia en la que sobrevivieron la mayor parte de los oficiales pereciendo la mayoría de los tripulantes, representó uno de los más polémicos incidentes en que se vio envuelta la Armada Argentina en el siglo XIX.
Durante ese año la Rosales se ejercitó en aguas del Río de la Plata integrando la Escuadrilla de Torpederos. En noviembre fue enviada a proteger los intereses y vidas de los ciudadanos argentinos ante una revolución en el estado brasileño de Río Grande do Sul. Al salir de la Dársena Sur del puerto de la ciudad de Buenos Aires, tuvo una colisión con el mercante inglés Spencer que produjo averías en el casco, pese a lo que continuó con su misión regresando el 2 de febrero de 1892 e integrándose a la Escuadra en Evoluciones sin pasar a dique.
A fines de junio de 1892 zarpó rumbo a Rosario y al llegar recibió la orden de regresar para sumarse a la división naval que al mando del almirante Daniel de Solier e integrada por el Almirante Brown y el crucero 25 de Mayo representaría a la Argentina, Brasil y Chile en los festejos del 400 aniversario del descubrimiento de América.
Las condiciones climáticas en el Río de la Plata habían sido en extremo severas desde el inicio del invierno y se habían producido ya varios naufragios por lo que cabia esperar mal tiempo en la salida de la división naval. Tras un rápido alistamiento y una revista encabezada por el presidente Carlos Pellegrini, en la mañana del 7 de julio partió la división con cielo despejado aunque fuertes vientos.
Secundaba al capitán de fragata Leopoldo Funes el teniente de navío Jorge Victorica. La plana mayor del Rosales estaba también compuesta por los alférez de fragata Jorge Goulú, Florencio Donovan, Carlos González, Pablo Tejera y Miguel Giralt y los guardiamarinas León Gaudín y N.Gayer. También viajaban a Europa pero como agregados el teniente de fragata Pedro Mohorade y el alférez de navío Julián Irizar, quienes debían incorporarse al cuerpo de oficiales del acorazado de río Libertad, que se construía en Inglaterra. Completaban la oficialidad el comisario Juan Solernó, el farmacéutico Tomás Salguero, el primer maquinista Manuel C. Picasso, y los maquinistas Martín Barbará, Pedro B. Álvarez y Luis Silvany.
La versión oficial
A primeras horas de la madrugada del 8 de julio los vientos provocaban ya olas de hasta 9 metros y después de varias horas las vibraciones hicieron que las planchas del casco se abrieran y la nave empezó a hacer agua.
A las 6 de la mañana el Almirante Brown perdió contacto con la Rosales. La misma intentó mantener rumbo resistiendo el temporal durante todo el día hasta que a las 8 de la noche el fondo tocó un escollo no señalado en las cartas de navegación.
Las olas apagaron los fuegos de las calderas con lo que dejaron de funcionar las máquinas y de responder el timón. En la mañana del 9 de julio la torpedera se iba sumergiendo por proa, el cuerpo de oficiales y la marinería proseguían manualmente el desagote.
A las 6 de esa tarde Funes convoco un consejo de oficiales que resolvió abandonar la nave.
Las dos lanchas de salvamento disponibles (con capacidad para 10 hombres y un patrón), el guingue del comandante (6 hombres y un patrón) y un chinchorro (4 hombres y un patrón) permitían salvar sólo a 34 hombres, un poco más excediendo sus capacidades nominales, por lo que no alcanzaban para los aproximadamente 80 tripulantes.
El comandante Funes ordenó entonces a su segundo Victorica improvisar una gran balsa con los elementos disponibles a bordo.
Una vez finalizada la construcción de la balsa bajo la dirección de Victorica y el contramaestre Lacroix, Funes ordenó distribuir agua y víveres en las embarcaciones y seguidamente arengó a sus hombres. La tripulación vivó a la patria y a su comandante y fueron ocupando sus puestos en las balsas, vigilados revólver en mano por Funes y Victorica, quienes no debieron intervenir ante la férrea disciplina de sus hombres.
Funes decidió embarcar en una de las lanchas con los 17 oficiales, Manuel Revelo (mozo a su servicio), el primer condestable Iglesias, el cabo de cañón Pérez, el foguista Heggie, el guardamáquinas Marcelino Vilavoy, el aprendiz González Casas y el foguista Pascual Battaglia.
En las embarcaciones de los tripulantes no embarcaba así ningún oficial para dirigirlas. Funes consideraba que sólo Victorica y el teniente de navío Mohorade eran aptos para esa misión, pero el primero estaba con fiebre alta y al segundo un golpe contra la cubierta durante la tormenta le había abierto dos heridas en el rostro. Los restantes oficiales eran a su juicio demasiado jóvenes e inexpertos para comandar a los náufragos en esa situación, por lo que lo más prudente era entonces confiar el mando al contramaestre, los condestables y los oficiales de mar (suboficiales).
Funes aguardó que el último tripulante embarcara y tras recorrer el buque por última vez abordó la lancha que se alejó del buque que pocos minutos después, en la noche del 9 al 10 de julio de 1892 se hundió, a 200 millas al SE de Cabo Polonio.
La balsa construida a bordo era remolcada por la restante lancha, comandada por el contramaestre, hasta que un golpe de mar rompió el cabo y quedó a merced de las olas. Pronto, la lancha de los oficiales perdió de vista a las demás. Al amanecer del 10 de julio aunque se mantenían grandes olas, la tempestad había amainado, por lo que se arboló la lancha, se distribuyeron los víveres y se puso rumbo hacia la costa con viento favorable.
En la mañana del 11 hicieron señales sin éxito a la corbeta estadounidense USS Bennington, a las 5 de la tarde divisaron tierra y, al anochecer, el faro de cabo Polonio. A las 19:30, ya con noche cerrada y sin luna, las olas impulsaron al bote contra los escollos y arrecifes de la Punta Diablo hasta que sus tripulantes perdieron el control y la embarcación volcó. El aprendiz González Casas, de sólo 14 años de edad, murió al golpear la frente contra el borde de la lancha mientras que el alférez Miguel Giralt, el maquinista Luis Silvany y el foguista Heggie desaparecieron. El guardiamarina N.Gayer alcanzó a llegar a la costa pero cayó extenuado en las rocas y fue devorado por los lobos marinos.
De los 24 tripulantes de la lancha sólo 19 habían sobrevivido y se reunían en la costa a una legua del faro de cabo Polonio. El alférez Julián Irizar caminó hasta el faro en busca de auxilio. El encargado, el siciliano Pedro Grupillo, reunió algunos cazadores de lobos y con un carro y varios caballos trajo en varios viajes a los náufragos excepto a Funes, quien prefirió caminar hasta el faro sólo para caer agotado a la mitad del camino siendo entonces recogido por el encargado del faro. Al día siguiente se encontraron los cadáveres de González Casas y de Gayer.
Reacción Popular
La reacción de la población y de sus principales instituciones fue solidaria y patriótica. Ese mismo día Pellegrini firmó un decreto proponiendo una partida adicional de 50 mil libras esterlinas para la compra de un nuevo torpedero de alta mar e instruyó al embajador argentino en Londres Luis L. Domínguez para iniciar las gestiones con ese objetivo, mientras que varias entidades que nucleaban a los ciudadanos de mayor poder adquisitivo iniciaron colectas para apoyar la iniciativa del ejecutivo.
Sin embargo, desde el primer momento surgían dudas respecto de lo sucedido. Por su parte, el diario mitrista opositor La Nación planteaba los primeros cuestionamientos "Es objeto de conjeturas la circunstancia de haber llegado al Polonio el comandante y la oficialidad de la Rosales no explicándose cómo el capitán Funes ha dejado a las tripulantes a su sola acción sin distribuir entre ellos a los oficiales".
El juicio
El primer fiscal designado a fines de julio para llevar adelante el juicio a los oficiales de la Rosales a los fines de determinar sus responsabilidades había sido el capitán de navío Pérez. Sin haber efectuado avance alguno en la causa, renunció el 17 de agosto aduciendo razones de salud. Ante el giro de la opinión pública, las autoridades designaron en su reemplazo a Jorge Hobson Lowry, quien tenía fama en las fuerzas armadas de eficacia y especial severidad.
Al día siguiente Lowry renunció a la comisión aduciendo también razones de salud, pero pronto corrió públicamente la versión de que lo había hecho por no recibir suficientes garantías de independencia en los alcances de la investigación, ante lo cual el 21 de agosto Lowry fue confirmado en su cargo.
El incidente Battaglia
El 13 de septiembre de 1892, La Nación publicó declaraciones formuladas en La Plata por el marinero italiano Antonio Batalla, quien afirmaba ser uno de los sobrevivientes del Rosales y contradecía el parte del capitán Funes y las declaraciones periodísticas de Victorica e Irizar.
Batalla afirmaba que la balsa no había existido y que antes de abandonar el buque, Funes ordenó al contramaestre encerrar a los tripulantes que carecían de botes en la bodega, lo que hizo acompañado por la oficialidad, revólver en mano. Una vez embarcados los oficiales y los escasos tripulantes elegidos para su lancha, se negaron a permitir abordar al contramaestre, quien insistió en ir en la misma lancha alegando el estado de enfermedad en que se encontraba hasta que fue muerto de un balazo por otro oficial. En ese momento Batalla intentó subir a la lancha de los oficiales y fue herido de un hachazo en la pierna, pero finalmente se lo conservó a bordo.
Afirmaba también que había llegado a ver como la otra lancha se desprendía del buque antes de hundirse. El resto de su declaración, hasta el momento de la llegada a Buenos Aires, coincidía con las reseñas periodísticas. Finalmente, afirmaba haber permanecido detenido hasta el 5 de agosto cuando fue destinado al monitor El Plata como foguista.
El Informe – 11 de marzo de 1893
Lowry entregó sus conclusiones al presidente de la nación solicitando el fusilamiento de Leopoldo Funes por la evacuación de la Rosales estando aún en condiciones de flotabilidad y por el abandono voluntario y premeditado de su tripulación.
Lowry sostenía que la Rosales no había sufrido ningún rumbo en el casco. Se basaba en las contradicciones de los sobrevivientes, pero principalmente en que consideraba que de haber sufrido averías el hundimiento hubiera sido más rápido. Según el fiscal el agua penetraba al buque solamente por la cubierta y al ser abandonado "aún faltaban llenarse de agua algo más de la quinta parte del volumen total de la capacidad del casco para que hubiera estado próximo a hundirse con seguridad".
Para estimar el avance de las aguas, utilizó las declaraciones del maquinista Picasso y del comisario Solernó que declaraban haber retirado ropas y víveres aún secos y la del condestable Iglesias que afirmaba que "estando ya embarcado en la segunda lancha hacía ya un cuarto de hora vio al comandante Funes recorrer todo el interior del buque". Lowry concluía "¿Cómo pudo el comandante Funes hacer esa recorrida por el interior del cuerpo del buque si hubiera estado inundado como declara el segundo comandante Victorica?" por lo que a su juicio resultaba demostrado "…ese buque quedaba aún en condiciones admisibles de flotabilidad habiendo sido fácil su salvamento posterior amainando el viento y la mar como sucedía entonces…".
Afirmaba también que la balsa nunca había sido construida, o al menos no había sido terminada y utilizada. Nuevamente señalaba las contradicciones entre los declarantes respecto de los materiales usados y sus dimensiones y que algunos sobrevivientes ni siquiera la habían visto.
Lowry agregaba que difícilmente en un buque pequeño, ya sin gobierno y azotado por olas de 6 a 7 metros de altura que barrían la cubierta se hubiese podido construir la balsa. Señalaba luego las contradicciones respecto de los embarcados: "24 hombres con el contramaestre Lacroix" (Funes), "12 hombres" (Donovan), "18 hombres" (González), 7 (Vilavoy), "sólo podía llevar 10 a 15" (Picasso y "sólo podía resistir el peso de 10 hombres" (marinero Revelo).
Incluso cuestionaba la elección de la lancha de salvataje utilizada por los oficiales: consideraba que Funes había elegido adrede la de estribor que se encontraba a sotavento, a salvo del viento y de las olas, dejando la de babor para los tripulantes.
Lowry concluía que "reinaba gran confusión en todo a bordo". También estaba comprobado "que durante el temporal se les suministró bebida con frecuencia y cuyas porciones fueron creciendo hasta llegar a raciones extraordinarias repetidas en los momentos de producirse el abandono de la torpedera". Según su versión de los hechos, ordenada la evacuación de la nave la disciplina también se fue por la borda y los marineros se lanzaron sobre el guingue, el chinchorro y la lancha de babor que al ser arriada hacia el mar fue volcada por una ola lanzando a sus ocupantes al mar.
Algunos marineros sobrevivientes volvieron al buque y trataron de asaltar la lancha de los oficiales encabezados por el foguista Pascual Bataglia quien se arrojó sobre la lancha en momentos en que era descendida y por intervención del comisario Solernó conservado a bordo.
Los demás marineros quisieron seguir a Bataglia pero fueron rechazados. Tanto Barbará, Goulú y Gaudín coinciden en esos sucesos e incluso Funes reconoce un incidente (aunque lo reduce al marinero Víctor Montes) y Victorica acepta haber rechazado al citado Montes y admite que no fue éste "el único marinero que de intento o por equivocación se esforzó por embarcarse en el bote reservado para el embarque exclusivo del comandante y la oficialidad".
Lowry afirmaba que entre 15 y 20 marineros habían permanecido bajo cubierta ajenos a los sucesos, mareados y probablemente ebrios, en su mayoría reclutas cordobeses sin experiencia marinera que hacían su primer viaje en el Rosales. Si bien no se hacía eco de algunos medios de prensa que afirmaban que habían sido encerrados, sí acusaba a Funes de no haber hecho nada para salvarlos.
Finalmente, García Mansilla descalifica a Lowry para juzgar el comportamiento del comandante de la Rosales en esas circunstancias afirmando que "lo quisiera ver al señor fiscal Lowry en una situación parecida como le tocó al comandante Funes" y cierra su alegato indicando que "cuando no hay plena prueba, corresponde absolución".
Finalmente, el consejo de guerra absolvió a los acusados por falta de pruebas.
Consecuencias
En la Marina, las circunstancias del naufragio de la Rosales se dieron por cosa juzgada y se cerró todo debate o investigación sobre la tragedia.
La suerte de los oficiales sobrevivientes fue dispar, pero casi sin excepción ninguno destacó en la fuerza. La excepción sería Julián Irizar, quien tuvo una brillante carrera y pasaría a la historia por el rescate de la expedición Nordenskjöld en la Antártida en 1903.
Ese mismo año se recuperó la artillería del buque náufrago que fue conducida a Buenos Aires en el transporte Ushuaia y entregada a la guarda del Museo Histórico Nacional.
Los fondos reunidos por el público contribuyeron más tarde a la adquisición del crucero liviano Patria.
Crucero Liviano "Patria" (1894)
Lugar de construcción: Astilleros "Cammell", de Laird Bross, en Birkenhead, Inglaterra.
Forma de adquisición: Perdido el caza torpedero "Rosales" se efectuó una suscripción pública en todo el país para adquirir su reemplazante. Los grandes diarios "La Nación" y "La Prensa", encabezan este movimiento, y los fondos recaudados facultan la compra de este crucero. Costo de la unidad: £ 87.000.
En 1984 se filmó La Rosales, ópera prima de David Lipszyc protagonizada por Héctor Alterio, Ricardo Darín, Oscar Martínez, Ulises Dumont, Alicia Bruzzo y Soledad Silveyra.
La cual poseo en formato digital pero por motivos de copyright no puedo 'prestarla'.
http://talesofriverside.blogspot.com/2009/12/el-naufragio-de-la-rosales.html FUENTE 1, Revista nacional, Volumes 16-17
edited by Adolfo P. Carranza, Carlos Vega Belgrano, Alejandro Rosa, José Juan Biedma, José Antonio Pillado, Rodolfo W. Carranza, Eugenio C. Noé, https://es.wikipedia.org/wiki/Naufragio_de_la_torpedera_de_mar_Rosales]FUENTE 3
Historias anteriores,
https://conuvi.net/2015/04/10/historia-del-viernes-mitre-rosa-y-grande/ Historia del Viernes: Mitre, Rosa y Grande
https://conuvi.net/2015/04/16/historia-del-viernes-gottuzzo-vs-vernon/ Historia del Viernes: Gottuzzo vs. Vernon
https://conuvi.net/2015/04/23/historia-del-viernes-acunacion-mendocina-1822-1824/ Historia del Viernes: Acuñación Mendocina 1822-1824
https://conuvi.net/2015/04/30/historia-del-viernes-pabellon-argentino-1889/ Historia del Viernes: Pabellón Argentino (1889)
https://conuvi.net/2015/05/08/historia-del-viernes-la-flor-de-guayaquil/ Historia del Viernes: La Flor de Guayaquil
https://conuvi.net/2015/05/15/historia-del-viernes-el-pantografo/ Historia del Viernes: El Pantógrafo
https://conuvi.net/2015/05/22/historia-del-viernes-metal-argentino/ Historia del Viernes: Metal Argentino
https://conuvi.net/2015/05/29/historia-del-viernes-el-trabajo-artistico-dejaba-que-desear/ Historia del Viernes: El trabajo artístico dejaba que desear
Impecable che. Da gusto leer historias como esta. Fijate que de "la Rosales" solo sabía de su naufragio pero nada sobre todas las consecuencias que nos contas. Ahora me picó la curiosidad y trataré de conseguir la peli, encima, de yapa, labura Ulises Dumont.
Van puntos y felicitaciones por tus 400 medallas.
(h5) (h5) (h5) (h5)
Se extrañaban los post del viernes (y tu participación en la Comunidad)
Mañana………… 😉
Se te extrañaba por los pagos… 😉
Muy buen relato, da gusto tomarse el tiempito de leerlo tranquilo. Mañana te pago. 😛
Excelente! (h5) (h5) (h5)
Que bueno que estés de vuelta, entretenida historia (Y)
Cierto cierto se extrañaba …… yo pago hoy 😉
No, si estos maestros tienen (mo) (mo) (mo) (wm) :^) *-) 😎 (brb) (xD) (xD) 😉
jajaja, hay manteca para tirar al techo…
Manteca no MARGARINA, no te olvides que el amigacho Guaraní guarda los animalitos (y sus derivados) en monedas. 😀 😉
Gracias por la Historia de la Rosales.
Estuve estudiando mucho tiempo la Corbeta Rosales, la expedición Nordesnskjold de 1903 y a Julián Irizar,
por mi afición a la filatelia temática naval.
te propongo que leas una historia Insólita de don Leandro Rosales , que le dió el nombre a la corbeta,
en mi blog, cuyo enlace te dejo, creo que por lo insólita te va a interesar.
http://elviejofilatelista.blogspot.com.ar/search?updated-min=2013-01-01T00:00:00-08:00&updated-max=2013-05-25T09:01:00-07:00&max-results=17&start=5&by-date=false
De paso comentarte que si deseas utilizar alguna de mis entradas en el Blog, para alguna historia de los
viernes, podes hacerlo, solo mencionando la fuente.
Te sugiero también "La semilla de la libertad", una investigación que me llevó tiempo antes de publicarla
recabando datos históricos de varios sitios.
Nuevamente gracias y también por informarnos que se había hecho una película de dicha Corbeta.
Un Fuerte Abrazo.
Roberto.
Excelente la historia 🙂
Gracias por compartir historias!!
ME Encanto¡¡¡¡¡ entre los dos me hice una panzada¡¡ Lindo llegar a las 400 medallas¡¡¡ Te felicito¡¡
genial historia…. y triste tambien!!! :O
Hace años leí sobre la Rosales, no con tanta info por supuesto. Terrible destino el de los tripulantes…Funes ocupa el 2º lugar en mi ranking de capitanes cobardes. El 1º puesto es de Schettino por robo. 8o|
Felicitaciones por las 400 medallas, yo comencè hace muy poquito con la medallística gracias a tus posts, y con Rosario Grande como foco…aunque de la veintena que tengo solo la mitad sean de su autoría. (y alguna que otra con dudas).
Van mis puntos.
Cumpliendo. 😀
Muy buena clase de historia, muchas gracias!!! 😉
Que Historia !! Repito lo de los colegas , se te extrañaba por estos pagos y sobre todo estos "hilos", un abrazo